Amuriza, Miren
Altzerreka es un viejo caserío situado en un rincón lóbrego junto a un puente. Y vieja es también Sabina Gojenola, una viuda que gobierna obstinadamente la casa y a su otro habitante, Henry, su cuñado inválido desde que le fue amputada una pierna. A pesar de que sus hijos se empeñan en facilitarle el día a día, Sabina rechaza toda comodidad por no entrar en veredas marcadas por otros... Estima la compañía de las ovejas, de su perro, de la gata, únicos destinatarios de sus muestras de afecto. Todo es recelo y tensión con su familia; con la vecindad, disputas y envidias. Con una prosa certera y un estilo vivaz, Miren Amuriza nos ofrece en esta novela el retrato, tan crudo como veraz, de una mujer rural que se rebela contra el final de su modo de vida. De ahí su sobrenombre, Basa, una palabra que no alcanza a describir su carácter independiente y su rechazo a las convenciones. Pero Basa es también todo lo demás: la manipulación, la comunicación insuficiente, los comportamientos enquistados y la atmósfera asfixiante que la rodean a ella y a cuantos viven en su entorno.
Gracias a esta novela, tan salvaje como su protagonista, la bertsolari y escritora Miren Amuriza obtuvo el prestigioso premio XX Igartza Saria para jóvenes que escriben y publican en euskera, cosechando excelentes críticas y siendo muy bien recibida por el público. Con una traducción magnífica por parte de la también escritora Miren Agur Meabe, este libro nos llega con una pulsión bestial, propia.