JOHN WILLIAM ARCHBOLD
Cuando iba a filmar la gran pelea de Rocky contra Apollo en el Sport Arena de Los Ángeles, Sylvester Stallone instó al recién fallecido Carl Weathers: Quiero que se sude poesía, pues el final del combate debe ir más allá del dolor. Es lo que hace John William Archbold en su primera novela: exprimirles a las rutinas de Edward John y de los otros personajes literatura pura y dejarnos con ganas de más repeticiones. Al igual que en los gimnasios, la historia nos pone enfrente un espejo que desnuda nuestras propias carencias, envidias y vanidades. Y al final, más allá de esos reflejos y relieves, el hueso rotundo de la soledad.