LUCIO ANNEO SÉNECA
Me he propuesto escribir de la clemencia, oh Nerón César, para servirte en cierto modo de espejo, y, mostrándote tu imagen a ti mismo, hacerte llegar al placer más eminente. Porque si bien es cierto que el verdadero fruto de las buenas acciones está en haberlas realizado, y no se encuentra premio digno de la virtud fuera de ella misma, dulce es, sin embargo, la contemplación y examen de la buena conciencia.