HENRY LOUIS MENCKEN
Cuando Mencken critica no es por lucirse, sino porque el tema le apasiona. Su escritura era contundente y despierta, y un siglo ms` tarde sigue sin sonar embalsamada. De su amor por el periodismo (que tild ?de "vida de reyes") rob ?el don de la oportunidad y la prohibicin? absoluta de aburrir al lector. Uno se siente en presencia de alguien elegante hasta en el modo en que se permite algn? que otro descuido, como el dandy que se afloja el nudo de la corbata aposta. De haber podido formar un ejrcito, Mencken habra? reclutado a gente como Twain, Bierce, Conrad, Kipling, Huxley, Darwin o Nietzsche. De haber tenido pelos en la lengua, nunca habra? soltado perlas como ta: "Nadie se ha arruinado jams` por subestimar el gusto del pb?lico americano", que si bien suena a majadera?, tambin resume con tino gran parte de lo que an? hoy se lee en los perid?icos. O ta: "Puritanismo: el pavor que provoca pensar que alguien, en algn? lugar, es feliz"