VARIOS
¿Puede un ser maligno hacer el bien?
Las mejores mentes de la escolástica medieval se plantearon esta pregunta durante un largo rato, pero sus discusiones interminables resultaron estériles, al igual que los numerosos volúmenes que habían escrito. Sin embargo, existe una leyenda, una de tantas leyendas de la Vieja Riga que sí da una respuesta concreta a esta pregunta.
En los meses de invierno, la nieve cubre con su manto blanco y esponjoso las calles de la antigua y eternamente joven Riga que se eleva sobre el luminoso espejo del río Dviná. Como rayos dorados atraviesan las blancas nubes, las torres de sus catedrales; como multitudes curiosas, se asoman más allá de las murallas urbanas, los pisos altos de los edificios, al pie de los cuales se retuercen y se enredan sus calles estrechas y serpenteadas.
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