RILKE, RAINER MARIA
¿Que´ jardines felices, bien regados sus a´rboles,
que´ ca´lices de flores de tierno deshojarse
maduran las extran~as, las exquisitas frutas
del consuelo, las pro´digas, halladas en el pasto
de tu propia indigencia? An~o tras an~o,
te admira su sazo´n, la piel suave, su justa
medida, que por ti ha esquivado a las aves
volubles o, en el fondo, al celoso gusano.
¿Entonces es que hay a´rboles rondados por los a´ngeles,
cultivo de morosos y extran~os jardineros?
¿Entonces nos dan fruto y no nos pertenecen?
Nuestro obrar prematuro y al poco nuevamente
marchito, nuestro ser, que es un bosquejo,
¿perturbo´ alguna vez sus intactos veranos?
«XVII».
Rainer Maria Rilke no es propiedad del erudito. Es esperanza. ¿De cua´ntos poetas puede decirse que nos han sanado? ¿Y por que´ eso no tiene ma´s eco? ¿Por que´ no somos ma´s conscientes de que si´ hay ciertas respuestas que el espi´ritu humano ha desperdigado aqui´ y alla´? Las necesitamos.
Por eso es importante esta obra. Quien tenga miedo a su propio declive, quien haya perdido a un padre o a un hijo, se haya distanciado de la persona a la que ama o, simplemente, ande corto de optimismo quiza´s encuentre aqui´ algu´n albergue.